El texto de esta cantata-coral, escrita hacia 1734 para el sexto domingo después de la Trinidad, se basa en un himno de Paul Speratus en el que se expone la doctrina luterana de que la fe es más importante que las buenas obras. De las 14 estrofas del himno el anónimo libretista omitió las dos últimas. De las 12 restantes conservó literalmente la primera y la última como movimientos extremos de la cantata. Y de las otras diez hizo paráfrasis para los cinco movimientos interiores: tres recitativos y dos arias dispuestos de manera alternada.

En los primeros compases del coro inicial, la flauta, el oboe d'amore y las cuerdas exponen las ideas básicas del movimiento. La forma de este coro es típica de las cantatas-corales: la melodía del himno la cantan las sopranos, la secundan las tres voces inferiores en un juego imitativo, y esta parte vocal se engasta en un movimiento instrumental independiente. Los tres recitativos (II, IV y VI) están confiados exclusivamente al bajo, lo cual resulta bastante inusitado: tal vez quiso Bach representar al predicador elaborando sus teorías. Las dos arias son como paréntesis contemplativos. La primera es para tenor con violín concertante y continuo. Esta aria proporciona un ejemplo de la interpretación plástica de las palabras: las figuras descendentes del violín y los ritmos sincopados pintan la vertiginosa caída en los abismos del pecado. Muy distinta es la segunda aria. Mientras el continuo se limita al papel de apoyo armónico, la voz superior se desarrolla en cánones múltiples, primero en los instrumentos e incluso, con la entrada de la parte vocal, en un canon doble. Un sobrio coral da conclusión a la cantata.