A partir de 1726, aproximadamente, Bach compuso algunas cantatas para su familia; sus hijos formaban la orquesta, su mujer y su hija cantaban los solos. El estilo de estas cantatas indica que, escritas originalmente para uso privado, fueron luego adaptadas para la iglesia. La cantata 84, por ejemplo, fue compuesta muy probablemente para Ana Magdalena Bach. Después de su ejecución en el círculo familiar, Bach la estrenó en Santo Tomás el nueve de febrero de 1727, Domingo de Septuagésima. El Evangelio para ese domingo cuenta la historia del propietario que contrató obreros para su viña a diferentes horas del día; y cuando llegó la noche ordenó que cada uno recibiera el mismo salario. "Porque los primeros serán postreros y los postreros primeros".

A causa posiblemente de su destino original, la obra carece de los habituales contrastes. Consta de cinco movimientos: dos arias seguidas de recitativos más un coral, y está escrita modestamente para soprano sola, oboe, cuerdas y continuo. Las arias y los recitativos recuerdan la forma usual de la cantata de cámara italiana". A pesar de los modestos medios empleados, la primera aria alcanza notable riqueza expresiva mediante líneas contrapuntísticas elaboradas con donosura y sutiles detalles armónicos y rítmicos. La música sugiera la complacencia y la moderación de que habla el texto: la línea de la soprano expresa solemnidad y felicidad serena, como lo hace también la colorida parte del oboe. La segunda aria es una especie de danza jovial. Bach explota ese carácter de danza por medio de un ritmo de tres por ocho, vocalizaciones jubilosas, notas agudas que sugieren exaltación y un juego concertante entre el oboe y el violín. El coral conclusivo muestra la sencillez y sobriedad habituales.