Esta cantata fue compuesta en 1724 para la Fiesta de la Purificación, que se celebra el 2 de febrero y marca el final de la época navideña y el paso al ciclo pascual. El libreto evoca, como el de la cantata 82, la figura bíblica de Simeón, el anciano judío que después de haber visto al Mesías en el templo, entona el cántico "Nunc dimittis (Ahora despide a tu siervo, Señor). El tema de la muerte como premio para quien ha visto cumplirse su más grata esperanza, es pues el elemento central de ambas cantatas. Pero en la 83 es eclipsado por la "brillante luz" del advenimiento de Cristo. Lo cual se traduce en un mayor despliegue de fuerzas vocales e instrumentales y en un tono menos austero.

Los tres primeros movimientos (aria-recitativo-aria) se ajustan al formato allegro-adagio allegro, lo que permite suponer que son adaptaciones de un concierto desaparecido que Bach compuso posiblemente en Cöthen. El primero es un aria para contralto que depende enteramente del contraste entre las palabras "Erfreute" (Venturoso tiempo) y "Letzten Stunde" (Hora postrera): violines, oboes y trompas concertantes, más jubilosas vocalizaciones de la contralto, imprimen su sello a la primera sección, en tanto que evocaciones melancólicas determinan el carácter de la intermedia. El segundo movimiento es un aria y recitativo para bajo en donde la entonación de las palabras de Simeón (Nunc dimittis) se escucha al comienzo y al final, enmarcando el recitativo. El aria para tenor (III) reanuda la interpretación musical del cántico: con sus radiantes melismas, el tenor y el violín celebran el feliz encuentro de Simeón con la muerte. Después de un breve recitativo para contralto, la cantata concluye con una magnífica armonización de un coral de Lutero sobre el "Nunc dimittis".