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Cantata 70: Vigilad, orad | Kantata 70: Wachet! betet! betet! wachet! |
Cantata Religiosa Compuesta en Weimar |
De esta imponente cantata se conocen dos versiones: la primera, estrenada en Weimar el seis de diciembre de 1716, se basa en un libreto de Salomo Franck para el segundo domingo de Adviento. Esta versión incluye un coro inicial, cuatro arias y un coral conclusivo. Siete años más tarde, para una ejecución el Leipzig, Bach le agregó cuatro recitativos e intercaló, en la mitad de la obra, un nuevo coral con el que concluye la primera de las dos partes de que consta la versión definitiva. Esta versión se destinó al vigesimosexto domigmo después de la Trinidad.
El Evangelio del día (San Mateo 25/31-46) trata del Juicio Final, tema en el que se inspiran el libretista y el compositor. La cantata está escrita para trompeta, oboe, chelo y cuerdas, instrumentos a los que se agrega el fagot como parte independiente del continuo. En el coro inicial, "Vigilad, orad, permaneced atentos", nos presenta Bach el tumulto del Juicio Final. Viene luego un recitativo para bajo con intervención de todos los instrumentos. La música traduce el rudo contraste entre los dos mundos evocados por el texto: el del hombre abrumado por el peso del pecado y el del creyente libre de temor. El tercer movimiento es un aria para contralto, con chelo y continuo. El canto del chelo, con el ritmo de una lenta canción de cuna, crea un ambiente de honda melancolía. Después de un breve recitativo para tenor y continuo viene un aria patra soprano y cuerdas cuyo texto nos dice que tras el oprobio de la burla sucederá el esplendor de reino prometido. El tercer recitativo, de nuevo para tenor, conduce al radiante coral que cierra la primera parte.
La segunda se inicia con un aria para tenor, con oboe y cuerdas, cuya expresión descomplicada y jovial recuerda el estilo de Händel. Con los dos siguientes movimientos la cantata recupera el clima dramático del comienzo, que ahora alcanza un nivel apocalíptico. El primero es un recitativo para bajo que pinta el fin del mundo. Súbitamente la trompeta entona el coral del Juicio, "Por cierto que ha llegado la hora". Pero la antítesis de la fe triunfante nos llega de nuevo. La última aria, a cargo del bajo, es una de las más asombrosas creaciones de Bach. Comienza con un noble Adagio acompañado por el continuo: "El alma se baña en el puro éxtasis de la inminente resurrección". Pero sobreviene entonces un tempestuoso Presto de toda la orquesta, cuadro de ruina y desolación en donde la trompeta y sus acentos de venganza recuerdan el primer coro de la cantata. Un agudo grito de los solistas sobre la palabra "Jesús", pone fin al tumulto; entonces regresa el Adagio, ahora más sereno y transparente. Sólo resta la última palabra, "No renunciaré a mi Jesús"; y decirla ha de ser precisamente el papel del coral conclusivo.
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