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Cantata 42: Al atardecer de aquel mismo día | Kantata 42: Am Abend aber desselbigen Sabbats |
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig |
Esta cantata fue escrita en 1725 para el primer domingo después de Pascua, llamado Domingo de Quasimodo. El Evangelio para ese día se refiere a la aparición de Jesús a sus discípulos, según San Juan (20/19 a 31). Está escrita para cuatro solistas vocales, coro y una orquesta de dos oboes, fagot, cuerdas, órgano y continuo.
La primera de sus siete secciones es uno de esos movimientos sinfónicos que Bach compuso como introducción a varias de sus cantatas y en los que utilizó a menudo material de otras obras suyas. Obra maestra del género, esta introducción describe la paz del crepúsculo que poco a poco envuelve a la tierra, adormeciéndola. Las amables frases que entonan el oboe y el fagot, con los violines y las violas al unísono, sugieren la conversación entre los compañeros que van por el camino de Emaús, en el frescor de aquella tarde. El segundo movimiento es un recitativo del tenor, quien describe así la escena: "Al atardecer de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por temor de los judíos, vino Jesús y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros". Las palabras de Cristo "Donde dos o tres se reúnen en mi nombre", son la base del aria para contralto (III), aria a cuya conmovedora expresión contribuye el diálogo de los dos oboes acompañados por las cuerdas altas. Viene luego un dúo para soprano y tenor sobre un texto que se inicia con las palabras "No desesperéis". Memorable es su inusitado acompañamiento instrumental, formado por dos líneas paralelas: la inferior confiada al órgano y el continuo y la superior al fagot y el chelo. El movimiento quinto, breve recitativo para bajo, expresa con la mayor convicción lo que dice el texto: "Todos podemos aprender una excelente lección de lo que sucedió en Jerusalén. Porque cuando los discípulos se reunieron en la sombra por temor a ser perseguidos, vieron entrar al Salvador". Este movimiento conduce a un aria para bajo de alegría casi desmedida, que traduce las palabras "Jesús protegerá a su pueblo de la opresión y será el sol que brillará sobre él". El coral conclusivo emplea, en su primera parte, una estrofa de Lutero que pide al Señor "concedernos la gracia de la paz en nuestro tiempo"; y en la segunda, una plegaria "por la paz y el buen gobierno".
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