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Cantata 197: Dios es mi esperanza
Kantata 197: Gott ist unsre Zuversicht
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig

Las fuerzas sonoras relativamente abundantes de esta cantata de bodas, como también el subtítulo en latín, "In diebus nuptiarum", indican que fue destinada a una ocasión particularmente solemne, al parecer el matrimonio de un renombrado personaje de Leipzig. Bach la dividió en dos partes de cinco movimientos cada una, para que la primera se ejecutara antes y la segunda después de la ceremonia. Las dos arias de la segunda parte (movimientos VI y VIII) son adaptaciones de movimientos de una incompleta cantata de Navidad de 1728 (BWV 197a). En el aria para contralto (III) el Cantor utiliza también material de otra obra suya del género.

Aunque no se conoce con exactitud su fecha de composición, algunos la ubican entre 1736 y 1740. El coro de apertura está precedido de una solemne sinfonía para trompetas, timbales, dos oboes, oboe d'amore, dos flautas, dos fagotes, cuerdas y continuo. La parte vocal se relaciona temáticamente con la instrumental en este trozo de compleja concepción contrapuntística, que produce no obstante una impresión de vigorosa sencillez. La jubilosa certeza de que Dios, a cambio de nuestra fe, llevará todas las cosas a la mejor conclusión posible, es el tema de los dos siguientes movimientos, recitativo para bajo y aria para contralto. Esta última, cuya calma placentera sólo la interrumpe brevemente la sección central, obtiene su bella sonoridad, principalmente, del oboe de amor tratado como instrumento solista. La primera parte concluye con una exhortación a seguir fielmente los caminos de Dios (recitativo para bajo) y con la tercera estrofa de un coral de Lutero que constituye una plegaria por los favores del "dulce amor". En la segunda parte se informa a la feliz pareja de los dones que recibirá de la Providencia. Así lo expresa el aria para bajo (VI), página llena de tierna agitación cuyo carácter especial es subrayado por los oboes, las cuerdas, el fagot y el continuo. El recitativo para soprano sirve de introducción a un aria para la misma voz en ritmo de siciliana, a la que acompañan un violín solista y los oboes, y en la cual encontramos esa alegría a la vez exuberante y contenida que es uno de los milagros del arte de Bach. Después de un recitativo para bajo, la obra termina con un sencillo himno de alabanza.



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