Esta obra, escrita para el Domingo de Trinidad de 1735, es la última de las nueve cantatas en las que Bach emplea textos de Mariane von Ziegler. La lectura del Evangelio para ese domingo se refiere al diálogo entre Jesús y Nocodemo sobre la necesidad que tiene el hombre de renacer en el espíritu (San Juan, 3/1 a 15). Cuando escribió el texto, Ziegler estaba obsesionada por la idea de que Nicodemo, prohombre entre los judíos, sintió que sólo la noche le era propicia para presentarse ante Jesús. En ello vio una característica del género humano; y también, una justificación para iniciar el poema con una paráfrasis de las siguientes palabras de Jeremías: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y desesperadamente enfermo". La noche que Nicodemo anhela y necesita ha de ser pues el tema central de la cantata.

El conciso primer movimiento es un coro concebido como fuga, con una parte independiente de las cuerdas. Esta impetuosa introducción contrasta con el aria para soprano (III) a la cual se llega después de un recitativo para contralto con carácter de meditación. En esta aria el autor destaca una de las muchas imágenes el texto: el "amado destello" con el que Jesús anima al fatigado corazón del hombre; y por ello confiere a la música un carácter popular. El segundo recitativo, a cargo del bajo, personifica a Nicodemo en su nocturna aparición. El aria para contralto (V) está consagrada también al consuelo que otorga la fe. En algunas grabaciones fonográficas, la parte instrumental incluye un solo de oboe en vez de los tres oboes al unísono que prescribe la partitura. Esta aria, que evoca como la anterior un ambiente popular, conduce con alegría y agradecimiento al sencillo coral conclusivo, sobre un versículo de Paul Gerhardt de 1633 y con la melodía de Lutero "A las aguas del Jordán llegó Cristo Nuestro Señor".