Esta cantata para el decimoséptimo domingo después de Trinidad emplea como texto una adaptación libre, hecha por el compositor, de un poema para ese domingo que Picander publicó en 1725. Es pues uno de los primeros frutos de la colaboración de Bach con el poeta alemán Christian Friedrich Henrici, más conocido con el seudónimo de Picander. El Evangelio del día cuanta cómo sanó Jesús a un hidrópico.

El tema es el de la consagración dominical y la alegría que ello produce en los cristianos. La instrumentación -trompeta, tres oboes, cuerdas y continuo- resulta inusitadamente rica para un domingo ordinario. Después de una breve y radiante "sinfonía", el coro entra con un corto pasaje homófono que lleva a una fuga. En ésta la trompeta es tratada como voz independiente mientras los otros instrumentos refuerzan el coro. La sección final combina la sinfonía con las partes corales. El segundo movimiento es una exigente aria para tenor con violín obligado, cuya música traduce las evocaciones de un texto que se inicia con la frase "Con avidez escucho las enigmáticas voces". La brillante línea del violín, las atractivas ideas musicales y el ritmo de danza que dibuja el continuo, producen una escena de contagiosa exaltación. Viene luego un recitativo para contralto y cuerdas cuyo hondo misticismo se acentúa en el aria para la misma voz (IV), a la que apoyan los tres oboes (dos d'amore y uno da caccia) más el continuo. Este último calla cada vez que la voz interviene, como para simbolizar que el alma rompe sus lazos con las cosas terrenas. Para el coro conclusivo, que ha pasado a la posteridad sin texto alguno, la Nueva Edición Bach ha elegido la estrofa, "A toda hora, desde el fondo del corazón, pronuncio el Amén".