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Cantata 13: Mis suspiros, mis lágrimas
Kantata 13: Meine Seufzer, meine Tränen
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig

En ninguna de sus tres cantatas para el segundo domingo después de la Epifanía (Nos. 155, 3 y 13) incluye Bach el himno prescrito. La 13 expresa el mismo sentimiento adolorido de las otras dos. Estrenada en enero de 1736, en ella emplea Bach un libreto de Georg Chrisitan Lahms de año 1711.El Evangelio del día (San Juan 2/1 a 11), que evoca las bodas en Caná de Galilea y la conversión del agua en vino, sólo se refleja en el tema del recitativo de la soprano.

La cantata se divide en dos partes de tres movimientos cada una; la primera formada por un aria de desesperanza, un recitativo de súplica y un coral de consuelo; la segunda, que Bach concibe como respuesta a la anterior, por un recitativo en donde la desesperanza alterna con la resolución y la fe, un aria que muestra cómo los cielos ennegrecidos se abren al azul infinito, y un coral de confianza en el Señor. Todo ello realizado con los sobrios colores de la música de cámara. La obra no da la palabra al coro sino en el coral conclusivo. Y el conjunto de las cuerdas, que constituye de ordinario la espina dorsal de la orquesta, no figura sino en los dos corales (III y VI), en tanto que los instrumentos de madera (dos flautas dulces y un oboe da caccia), confieren a la música un colorido particular. Si bien es cierto que los dos recitativos comparten la misma fuerza expresiva, también lo es que las dos arias (I y V) contienen más sustancia musical. Cada una expresa a su manera el ansia de liberación del hombre: la primera, secundada por el juego concertante de las maderas que traducen las palabras "suspiros" y "lagrimas"; y la segunda, por un violín y el tratamiento al unísono de las dos flautas. En esta última la melodía está llena de intervalos inusuales; y la expresión adolorida, apoyada en un ritmo obstinado, se hace más intensa. Pero una fuerza antagónica se afirma al mismo tiempo por medio de una figura ascendente. Fuerza que domina la parte central del movimiento, cuando el texto habla del consuelo que se concede a aquel que "eleva su mirada al cielo". Entre estos dos arias y antes del segundo recitativo, se sitúa el coral que cierra la primera parte. Lo canta la contralto (o contraltos al unísono) y lo acompaña el canto arrobado de las cuerdas.



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