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Cantata 100: Lo que Dios hace bien hecho está | Kantata 100: Was Gott tut, das ist wohlgetan III |
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig |
Es esta la tercera de las tres cantatas que Bach compuso sobre el himno del mismo título de Samuel Rodigast. Las otras son la 98 y la 99.Escrita entre 1732 y 1735 para el decimoquinto domingo después de la Trinidad, no está destinada sin embargo, expresamente, a un domingo determinado; el texto es un himno de tema general y por esta razón se puede ejecutar en diversas ocasiones del año litúrgico. Las seis estrofas del himno -base de los seis movimientos de la cantata- las emplea el Cantor en su forma original. Y cada una de ellas empieza con las mismas palabras: "Lo que Dios hace bien hecho está". Los coros que enmarcan la obra están tomados de cantatas anteriores: el primero es el mismo coro inicial de la cantata 99 y el sexto es el coro final de la 75. Sin embargo, con la adición de dos trompas y timbales la música reviste ahora una solemnidad y un esplendor que no tenían las versiones anteriores. Las estrofas segunda a quinta dan lugar a un dúo para contralto y tenor y a tres arias consecutivas para soprano, bajo y contralto respectivamente.
Después del brillante coro inicial en estilo concertante viene el dúo de la contralto y el tenor con un continuo de chelo y órgano. Este movimiento recuerda el dúo de cámara italiano tal como lo encontramos en Händel, pero un "quasi obstinato" de ocho compases tocado por el continuo le imprime un carácter más severo y tradicional. Las tres arias, en cambio, nos revelan al compositor "moderno" que fue Bach. El aria de la soprano es una especie de siciliana, con una flauta concertante que hace demostraciones de virtuosismo. El aria del bajo con acompañamiento de cuerdas traduce un himno de alegría, "Él es mi luz y mi vida", dentro de un estilo francamente galante. Y el aria de la contralto está adornada con una línea muy melodiosa y casi romántica del oboe d'amore. Estas arias, dice Finscher, proporcionan uno de los ejemplos más notables del hecho, tan frecuentemente olvidado, de que Bach no era en modo alguno un artista conservador.
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