La obra que aparece con el No. 1 en el catálogo que la G.B.S. comenzó a editar en 1851, y que está lejos de ser la primera cantata en orden cronológico, fue escrita sobre un texto de Nikolai y estrenada el día de la Anunciación de 1725. Se trata de una "estricta cantata-coral" para soprano, tenor, bajo, coro, oboe da caccia, dos violines concertantes, dos trompas, cuerdas y continuo. Por las continuas alusiones a ritmos de danza, podríamos considerarla también como una cantata campesina.

Consta de seis movimientos: coro, recitativo para tenor, aria para soprano, recitativo para bajo, aria para soprano y coral. Los movimientos extremos emplean las estrofas primera y última del himno de Nikolai, al mismo tiempo que la melodía del coral. La sección central del himno, informa Geiringer, no es la original sino una versión que un poeta desconocido abrevió como texto de los dos recitativos y las dos arias. El primer movimiento es un radiante coro en el que, luego de un introducción instrumental en colores suaves, las sopranos cantas la melodía del himno, mientras las voces más bajas y los instrumentos parecen jugar alegremente. La atmósfera es igualmente serena en el aria de la soprano, a la que acompañan el oboe y un continuo con las cuerdas en pizzicato. Un sentimiento de feliz impaciencia emana de esta página que expresa la fe gozosa en la venida del Salvador. Aún más jubilosa es el aria del tenor, técnicamente muy difícil, que contiene algunas sorprendentes imágenes sonoras. Los violines concertantes del movimiento inicial reaparecen aquí, contribuyendo a realzar el ambiente festivo. El último movimiento, una armonización de coral adornada con melodías expresivas de la segunda trompa, proclama, en un lenguaje poderoso y sencillo, la confianza de la humanidad en la redención final.